El Códice Beza, uno de los manuscritos más antiguos de los Evangelios

Josep Rius-Camps

Desde finales de diciembre de 2009 he ido comentando para Catalunya Cristiana el text del evangelio de cada domingo (ya son 7 años) partiendo de alguna variante importante conservada por el Códice Beza que se aparta considerablemente del text ordinario, de acuerdo con lo pactado desde el principio con su director, Jaume Aymar. Este año iniciamos con Edimurtra una nueva App , con la breve homilía acompañada del text evangélico, siempre según la versión del Códice Beza.

El Códice Beza es uno de los manuscritos más antiguos que contienen el text evangélico, pero debido a que contiene variantes que se distancian a menudo de la mayoría de manuscritos importantes, en las ediciones críticas modernas sus singulares lecciones suelen ser relegadas al aparato crítico. Se considera que se trata de un text hilvanado, cuanto antes debería conceptuarse como un text más arcaico que la mayoría de manuscritos, porque se mantuvo aislado en una determinada región, muy poco influenciado por el text usual en las grandes iglesias, una especie de endemismo. De hecho, muy a menudo las variantes que presenta este text griego son avaladas por las antiguas traducciones latinas, siríacas, siro-palestinenses y coptos, versiones realizadas sobre códices griegos a finales del siglo II y principios del III. El Códice Beza es uno de los 300 manuscritos Unciales, escritos en letras mayúsculas, a diferencia de los posteriores manuscritos Minúsculos o cursivos (más de 3.000). Se le ha asignado la sigla D y se le ha catalogado en quinto lugar (05), fechado a finales del siglo IV o comienzos del V. Los más antiguos serían el Sinaítico (א 01) y el Vaticano (B 03) de medios del siglo IV, si prescindimos de los Papiros, que es otra historia. Tiene la particularidad de ser uno de los raros códices bilingües, griego y latino. Para favorecer la comparación, está dividido en sticks breves de sentido. En un principio, los sticks eran brevísimos y figuraban en dos columnas en el mismo folio; posteriormente se fusionaron los sticks y se dispusieron en dos folios adyacentes: a la izquierda, en la página de honor, el text griego, ya la derecha, la traducción latina, muy literal. Contiene los cuatro evangelios, pero en un orden más primitivo que el actual, Mateo, Juan, Lucas y Marcos; en el centro constaban probablemente las Cartas Católicas (tan sólo se ha conservado el último folio de la Tercera de Juan), a continuación transcribe los Hechos de los Apóstoles, que han quedado truncados en el capítulo 23. Ignoramos si contenía otros escritos.

El nombre de Códice Beza le viene del teólogo y biblista protestante, Théodore de Bèze (* París 1519 – † Ginebra 1605), amigo íntimo de Calvino, quien desde Ginebra le hizo rescatar del Cenobio de St. Ireneo, cuando en 1562 los Hugonots saquearon la ciudad de Lyon y hicieron grandes destrozos, demolieron la catedral de St. Juan y profanaron la cripta del Cenobio de St. Ireneo donde se veneraban las reliquias de los mártires de Lyon del año 177 y probablemente también las de St. Ireneo, donde además se conservaba este antiquísimo códice. Théodore de Bèze, que era el cura de la armada protestante, se le hizo llevar a Ginebra. Después de estudiarlo durante unos años y colacionarlo con otros manuscritos griegos, al darse cuenta de que ese tipo de text podría ofender a algunos, le regaló a la Biblioteca de Cambridge para que lo guardaran bajo cerradura y llave, donde se encuentra todavía hoy en día. De ahí le viene el nombre de Codex Bezae Cantabrigiensis. Actualmente no se le puede consultar, pero han realizado una edición fotográfica en color a disposición de los estudiosos. Nosotros, Jenny Read-Heimerdinger y yo, aún nos fue posible consultarle durante unas horas. Es un pergamino finísimo, casi cristalizado, con un text escrito en letras mayúsculas, a continuación, sin separación de palabras ni puntuación alguna, a no ser algunas trazas de la primitiva disposición de los sticks, unos puntitos en medio o espacios en blanco que señalan su antiguo alcance.

Sus orígenes se pueden remontar al primer tercio del siglo ii, cuando un grupo de misioneros de Asia Proconsular y de Frígia (al este y noreste de la actual Turquía), con la ciudad de Éfeso donde se encuentra había una comunidad joánica muy importante, movidos por el Espíritu resolvieron abrir un nuevo campo de misión en un lugar todavía virgen y escogieron las Galias, en concreto las ciudades de Lyon y Vienne. El ejemplar de los evangelios que se llevaron con ellos fue traducido de inmediato al latín para el uso litúrgico y se fue copiando hasta dar origen, a finales del siglo iv, al actual Códice Beza. En la feroz persecución del año 177 el primer obispo de las Galias, Potí (Ποθεινός, el Deseado), murió en prisión a los 90 años y le sucedió, hacia el año 178, el hasta entonces presbítero Ireneo ( Εἰρηναῖος, el Pacificador), originario de Esmirna (al norte de Éfeso), que probablemente ya formaba parte desde el principio y que se convirtió en el segundo obispo de las Galias (no propiamente de Lyon, como se le designa erróneamente hoy). Los supervivientes de la gran persecución redactaron una larguísima carta comunicando a las comunidades de Asia y Frígia lo ocurrido y relatando los diversos martirios. Esta carta, el historiador Eusebio de Cesarea nos la ha conservado enteramente en griego en su Historia Eclesiástica (libro V 1-4). Como ya he apuntado, el códice que se llevaron los misioneros apenas si recibió influencias de las grandes iglesias del arco mediterráneo y dio origen, como segunda o tercera copia del ejemplar primitivo, a nuestro Códice Beza (D 05 ), en el que se han podido identificar una serie de correcciones llevadas a cabo por correctores autorizados, 19 en concreto, desde el corrector DG (circa 400), probablemente el autor de la primera mano (Dpm), pasando por una primera serie de correctores DA DB DC DD DF DH DJ' (entre 400-500), una segunda serie DJ DM1/M2 DL (550-600) y una última serie DI DM DM* DN DO DO2 (550-650), sin contar las raspaduras y otras correcciones no identificables de segunda mano (Dsm). La gran mayoría de las correcciones son armonizaciones con el text mayoritario. Si se hubiera hecho una nueva copia, el text resultante se parecería mucho al text alejandrino de los códices Vaticano y Sinaítico a partir de los cuales se han realizado las ediciones críticas modernas. La página latina (d 5) ha sufrido aún más la influencia de las antiguas versiones latinas vecinas, llamadas Ítala (it, siglos II-III), anteriores a la Vulgata de Jerónimo (vg, siglo IV).

En muchas de las lecciones propias del Códice Beza (sigla D) se puede apreciar todavía la perspectiva judía que se fue difuminando hasta perderse casi por completo en el text alejandrino, una historia vista con ojos judíos. Para ilustrarlo, pondré unos ejemplos sacados de la obra de Lucas, escrita en dos volúmenes, Evangelio y Hechos de los Apóstoles, pues es en la obra lucana donde mejor se aprecian las variantes entre el text usual, el text alejandrino, y el text del Códice Beza, mal llamado «text occidental».

En los Hechos de los Apóstoles, Lucas se presenta a sí mismo como un rabino judío de habla griega, un helenista, natural de Antioquía de Pisidia: «Desde Perga (Paz y Bernabé) siguieron atravesando y llegaron a Antioquía de Pisidia, y habiendo entrado en la sinagoga, la nuestra, en día de sábado, se sentaron...» (Hch 13,14 D). Lucas habría sido compañero de Saulo durante su formación en la Escuela de Gamaliel en Jerusalén, como nos lo da entender él mismo al presentar la intervención de Gamaliel, un fariseo, miembro del Sanedrín, haciendo un alegato muy favorable a los apóstoles: «En cuanto al caso presente, son hermanos, se lo digo: aléjese de estos hombres y déjenlos hacer, sin sollarse las manos; porque si fuera de hombres ese plan o esta actividad, será destruido; pero si es de Dios, no podrá destruirlos, ni vosotros ni reyes ni tiranos. Apartaos, pues, de estos hombres, no sea que se encontrara luchando contra Dios» (Hch 5,34-39 D). Como compañero de Pablo, durante la segunda fase de la misión al paganismo, después de que Bernabé hubiera roto con Pablo y hubiera recomendado la misión, acompañado del evangelista Marcos, en el punto de partida, Chipre (15,39), Lucas marca con la presencia del grupo «nosotros», el grupo guiado por el Espíritu Santo (ver 13,4) al que él se siente plenamente vinculado, cuando está de acuerdo y, con su ausencia, cuando está en desacuerdo con la forma en que Pablo lleva la misión a su albedrío. Tenemos una última muestra, muy elocuente, en el último episodio del libro: «Cuando nosotros llegamos a Roma..., a Pablo le fue permitido permanecer fuera del cuartel, con un soldado que le vigilaba» (28,16, 28,17). Ya no volverá a hablar de la presencia de nosotros. Pablo convocará a los principales de los judíos de Roma que «se encontraron con él en la hospedería» y tratará de convencerles «de la mañana hasta la noche» de que Jesús era el Mesías, rechazado por Israel. «Estando en desacuerdo entre ellos, ya se separaban, cuando Pablo pronunció una sola sentencia» dando por primera vez la razón al Espíritu Santo (29-XNUMX). Y Lucas cierra su Demostración en Teófilo haciéndole saber que «Paz quedó un bienio entero en la casa que tenía alquilada... Acogía a todo el mundo... enseñaba lo que se refiere al Señor Jesús, con valentía, sin obstáculo alguno» (28,30-31 ).

Lucas, después de presentar a Teófilo, en el primer volumen que le dirigió (Evangelio), la persona y el mensaje de Jesús, tiene un especial interés en mostrarle que los mismos problemas que tiene él por aceptar, después de todo lo que sucedió, que Jesús fuera realmente el Mesías de Israel, los tuvieron ya los discípulos de Jesús, a pesar de que hubieran convivido largamente con él. De ahí que, en el segundo volumen, se preocupe sobre todo de aquellos personajes que más dificultades tuvieron para llegar a comprender el proyecto de Jesús y que, por tanto, hable largamente y, por el contrario, se limite a mencionar brevemente a quienes lo comprendieron desde el principio o simplemente los silencie. Tenemos un ejemplo muy aleccionador en su seguimiento de la persona de Simón Pedro, el líder indiscutible de los Doce. En el primer volumen, casi siempre que aparece, sus reacciones son tildadas de negativas o contrarias al pensamiento de Jesús. En el text alejandrino se han limado muchas de estas asperezas, para hacerlo aparecer como el gran líder de la iglesia primitiva. Tenemos un ejemplo palpable en la llamada de los primeros discípulos. Lucas, a pesar de seguir a Marc, evita mencionar a Andreu como pescador y se fija en la persona de Simón. Jesús ha querido poner a prueba su liderazgo ávido de reclutar adeptos para hacer un alzamiento contra los romanos. Hasta ahora no había tenido éxito («Maestro, durante la noche entera, pese a habernos fatigado, no hemos cogido nada»). Simón interpreta ahora que Jesús le ha dado una orden imperiosa: «¡Retírate hacia las aguas profundas!, y suelte sus redes para captura» y que debe obedecerle: «pero, en vista de tu orden , no rechazaré en absoluto de obedecer». La tentativa ha resultado un fracaso inesperado: «Atraparon de peces un amasamiento enorme, hasta el punto de romperse las redes» y ha puesto en riesgo tanto su barca como la de sus socios, Jaume y Joan que habían venido a socorrerlos: «Vinieron y llenaron ambas las barcas, hasta el punto por poco de hundirse.» Simón se siente poseído por el orden de Jesús y le conjura: «¡Te lo suplico, sale de mí que soy un hombre pecador, Señor!». Jesús desiste de llamar a Simón e invita a Jaume y Juan a que dejen de ser «pescadores de peces» (Lc 5,1-11 D).

En el segundo volumen (Fets) hará una amplia exposición de la personalidad de Pedro y no dejará de hacer un seguimiento particularizado, hasta que Pedro no tome conciencia de que fue Jesús quien le liberó de la cárcel/Templo que le retenía encadenado y , «después de bajar los siete escalones» del Templo que conducían a la ciudad, llame tres veces a las puertas de la comunidad de María, la madre de Joan Marc, en la puerta custodiada por la sirvienta Rosa: «Cuando finalmente entró , les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel y añadió: “¡Informad a Jaime ya los hermanos de todo esto!”», sin ni siquiera dignarse ir él personalmente. «Y habiendo salido, se fue a otro sitio.» Representa la abdicación de Pedro y su éxodo definitivo fuera de la institución presidida por Jaime, el hermano del Señor, que apenas la había suplantado (Hch 12,1-17 D).

El Códice Beza es un tesoro que contiene una cantidad ingente de lecciones peculiares que la mayoría de biblistas minusvaloran o incluso ignoran, como lo demuestra el hecho de que buena parte de ellas han quedado relegadas al aparato crítico o sencillamente silenciadas en las ediciones críticas modernas de los Evangelios y de los Hechos de los Apóstoles.